Que grata sensación poder disfrutar de una copa de vino mientras ves la puesta en escena. Que sorpresa poder cenar en el intermedio, que trato tan agradable se le da al espectador y que manera más cálida de integrarnos con la acción escénica. Si algo tiene de acierto este montaje es su ambientación y la relación que logra no solo entre actor y espectador, sino entre los propios espectadores que comparten mesa, comida y vino con gente que no conocen. Esto está logrado no sólo porque te den de comer y beber, sino por un trabajo escenográfico y de ambientación sumamente acertado de Sebastià Rosa y Pau Carrió, además de la iluminación de Raimon Rius.

Una Italia lejana, cuyas mujeres siempre han sido las que llevan un peso importante sobre sus hombros, nos llega a sorprender con el tratamiento actual de la mujer que casi es culpable por ser independiente. La comedia de Carlo Goldoni (1707-1793), con una frescura importante, se aleja siempre de los estereotipos que pudieron haberla determinado en su época y nos hablan de una muejr que podríamos encontrar hoy por hoy, cualquier día por la calle. No es sorprendente, Goldoni siempre ha retratado los procesos y técnicas femeninas de seducción (recordemos Ferestecs) y no se sorprende pro la inteligencia femenina. 

Laura Aubert enfrenta este papel desde la inteligencia. Hay momentos realmente increíbles como el profundo lirismo melancólico de su canción o la triste claridad de su toma de decisión final. Quizá faltaba un poco esta sensación absolutamente seductora de saberse dueña de los corazones de todos, pero nada que el correr de la temporada no logre en una actriz que ha demostrado siempre tanta solidez en su trabajo. 

También debe decirse que el tono fársico de las actuaciones está sobrepasado en muchos momentos, que ritmo decae a veces y que la dramaturgia necesitaría una revisión, sobre todo en la extensión de la obra y su reiteración en algunos casos innecesaria, pero son detalles que esperamos que el transcurso de la temporada solucionen la mayor parte de estos detalles. La verdad es que uno está frente a una obra inteligente, interesante y divertida. Donde uno se siente muy bien tratado e integrado y donde nos damos cuenta de que las mujeres, con todo lo difícil que es generalizar, siempre no hemos cambiado mucho y nuestras modernidades vienen de bien atrás.