Wajdi Mouawad tiene un mundo propio. El autor se mueve por unas
fijaciones que impone una y otra vez en sus obras. El único cambio –como un
globo hinchado de Helio– es el tamaño de la pretenciosidad lírica que insufla.
En Cels adquiere unas dimensiones
casi hilarantes. A un paso del ridículo está este dramón-thriller conspiranoico
por la tenacidad de Mouawad por meter todas sus obsesiones entre las paredes claustrofóbicas
de una célula reunida para descifrar el código de una amenaza terrorista que se
cierne sobre la humanidad. Si fuera otro el que firmara este galimatías que
bebe tanto de Agatha Christie como de Dan Brown, lloverían las críticas. Pero
estamos ante un dramaturgo de culto –aunque tan discutible como Yasmina Reza–,
apadrinado por uno de los directores más interesantes de la actualidad: Oriol
Broggi. Pero aquí el fundador de La Perla 29 se limita a admirar y no a
dirigir. Poca de la habitual magia que crea se puede percibir en este
espectáculo claramente sobrevalorado, incluso por sus propios defensores.