Juan Diego Botto lleva al Lliure cinco monólogos alrededor de la emigración y el exilio cuya visión se revela imprescindible en estos días en que son precisos como nunca los anclajes morales y éticos. El actor es el autor de todos los textos y el intérprete de cuatro de ellos en un trabajo admirable por la sinceridad, la emoción y la convicción que transmite. Astrid Jones, una artista más vinculada al mundo de la música, recrea el caso real de una inmigrante congolesa que falleció en un centro de internamiento de extranjeros español ante el desamparo de las autoridades.

Botto confirma en el Lliure de Montjuïc que es un formidable actor y se revela como un autor a seguir por su lenguaje directo y preciso, que se mueve siempre en la emoción y el compromiso y que también tiene momentos para el humor. Es ahí donde interviene el director Sergio Peris-Mencheta, también actor, con una dinámica puesta en escena que acompaña con buena mano la gravedad de lo que se denuncia.

De sus cuatro monólogos al actor se le ve especialmente implicado en el de ‘Turquito’, un opositor a la dictadura de Videla que se ve en el trance de delatar a sus compañeros para que queden testigos directos de esas atrocidades. Botto llegó a España desde Argentina con solo 3 años junto a su madre, la profesora teatral Cristina Rota, y su hermana, la actriz María Botto, después de la desaparición de su padre.