Hermosa, brillante pero también en
ocasiones aburrido son calificativos que se trenzan en Pasionaria, el último espectáculo del coreógrafo Marcos Morau
(Onteniente, 1982) para su compañía La Veronal, sin duda el grupo de danza contemporáneo
catalán con mayor éxito y de mayor proyección internacional. Morau cada vez más
cerca de convertirse en un director de escena de referencia. Pasionaria es un depurado trabajo de
teatro-danza con todas las obsesiones del universo Morau: suicidios, individuos
sin corazón, escenografías diáfanas, músicas cinematográficas y la danza kova, esemovimiento reiterativo y convulsivo ideado por Morau y sus
bailarines en continua evolución. A los
que hay que sumar la influencia de sus admiradas compañías como la de Peeping
Tom y de Pina Bausch, muy presente en  Pasionaria. 

Este espectáculo, de corte futurista, es
una intencionada crítica del autor sobre la sociedad actual cada vez más
insensible y egoísta. Así ha ideado un
planeta, Pasionaria, habitado por
individuos que no experimentan sentimientos y cuyo comportamiento es totalmente
mecánico. Es un mundo en donde todo
parece perfecto pero en el que se esconde una violencia soterrada que grita en
silencio. Violencia que esculpe los cuerpos de los excelentes bailarines con un
movimiento ahogado, inexpresivo y en el que la cobardía les domina. En este
montaje palpita la belleza y callada emoción de Nippon-Koku un interesante y
poético trabajo que Morau creó para la Compañía Nacional de Danza en 2014 y el
lirismo de Siena (2013). En Pasionaria el autor  enfatiza en el trabajo individual de los
intérpretes y sacrifica el trabajo coral, y aquí es cuando en ocasiones el
espectador se aburre, y añora la contundencia y poder hipnótico del  movimiento
coral de La Veronal, que solo se exhibe al final del espectáculo cuando los
ocho intérpretes bailan en grupo trepando por un aséptico sofá. Los magníficos héroes de esta apasionante aventura son:
Àngela Boix, Jon López, Ariadna Montfort, Núria Navarra, Lorena Nogal, Shay
Partush, Marina Rodríguez y Sau Ching Wong, que no solo deslumbraron por su dominio del kova, sino también por su fuerte personalidad escénica.

Uno de los atractivos de este montaje es
la fascinante  escenografía de Max Glaenzel con  su inquietante escalera y la ventana con efectos
atmosféricos parecidos a los de las películas de Lars von Trier. Las máscaras y
prótesis que utilizan algunos bailarines para acentuar su físico de robot,
enfatiza el carácter futurista de este atractivo montaje. Pasionaria se bailara la próxima temporada en el Mercat de les
Flors