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9
Una compañía mágica
Publicat el: 12 de setembre de 2016
CRÍTiCA: El fill que vull tindre
La compañía valenciana El Pont Flotant ha vuelto a demostrar en Tárrega que tiene magia. Saca la varita y toca la fibra del espectador desde la sencillez y la cotidianidad, hilvanando con maestría escenas y cambios de roles, y construyendo paisajes emocionales de gran plasticidad. En Tàrrega se sacaron de la chistera un final precioso, aprovechando que el espacio que acogía la obra tenía una puerta que daba al campo, donde salieron a corretear felices los niños y personas mayores que participan en el montaje. Hablan de los hijos, de la dificultad y el esfuerzo de educarlos, de la responsabilidad de la paternidad y la maternidad, de las expectativas, del diálogo intergeneracional… No cuentan nada nuevo pero sí de forma brillante, a veces con recursos superimaginativos, como cuando nos explican cómo dos padres se enzarzan en un duelo sobre cómo educar a sus hijos, convertidos estos en un cubo y una pelota de plastilina que juegan en el parque. Absolutamente genial. Hay mucha ternura, sensibilidad y humor (a uno de los niños de plastilina le dan cagarrinas y ahí salen…) y cuadros estéticos espléndidos como el que simboliza la extenuación de una madre que debe tirar de sus hijos (vemos a la actriz Pau Pons tirando de toda la compañía) o un alegre chapoteo de los críos y mayores haciendo de críos sobre una lámina de agua que aparece, ante el espectador, por arte de magia. También los pequeños hacen magia decorando la escenografía con sus dibujos, llenándola de vida. Vemos una escuela, un parque… y poco a poco los tres actores, con el apoyo de 10 niños y un puñado de jubilados, van conduciendo al público a esos lugares comunes que nos revuelven el alma.
Conmueven sin necesidad de grandes dramas ni aspavientos, con historias suyas y nuestras. Un paseo por la vida. Simplemente. Para este montaje la compañía trabaja con niños y mayores de las localidades que visitan, con apenas unos cinco días de ensayos, lo que permite adivinar que en Valencia, donde cuentan con unos participantes fijos, el resultado es aún más redondo.
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