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9
Winnie vuelve al pedestal
Publicat el: 20 de juliol de 2021
CRÍTiCA: Dear Winnie
Vibrante, enérgica e inspiradora reivindicación de la figura de Winnie Madikizela-Mandela acogida con merecido entusiasmo en el Teatre Lliure. Junior Mthombeni, director del montaje y artista asociado del Real Teatro Flamenco, de Bruselas, le ha devuelto al pedestal que se ganó a pulso como líder infatigable de la lucha antiapartheid y del que cayó, acusada de fraude, secuestros y asesinato. Tiene el creador de esta obra información de primera mano: es hijo de Maurice Mthombeni, activista del Congreso Nacional Africano que escribió una carta a su confidente Winnie en la que cuestionaba el funcionamiento del congreso y que fue interceptada por el régimen y publicada en los medios para causar la división entre sus miembros. Maurice tuvo que exiliarse y continuó su lucha desde la distancia.
No ha querido el director explayarse en la compleja historia de la que fue mujer de Mandela, con sus luces y sombras, más alargadas por las dramáticas situaciones que vivió y por ser mujer y negra. Llegó a decir la activista que los durísimos interrogatorios que sufrió la enseñaron a odiar. ‘Dear Winnie’ es un tributo, vitalista y musical, a una “guerrera”, como la define Mthombeni, que combatió sin descanso contra las injusticias raciales. Puntea algunos episodios, como el encarcelamiento, e invoca su espíritu de lucha y el legado que dejó, representado en escena por nueve artistas de distintas disciplinas (actrices, cantantes, bailarinas), hijas empoderadas de la diáspora africana. Están estupendas tanto en las actuaciones individuales como en los números corales, de gran vistosidad, fuerza y colorido.
Hay rap, rock, ritmos africanos, danza, teatro, humor, tragedia… y unas muy originales instalaciones sonoras creadas por Cesar Janssens, entre ellas una estructura con hileras de botas que repican una marcha militar. El propio Janssens es el protagonista de una de las secuencias más conmovedoras, cuando aparece en paños menores rodeado por las artistas entre gritos de “¿eres un ser humano?”. Lúcida y sarcástica inversión de lo acontecido a principios del siglo XIX cuando el surafricano negro Saartje Baartman era exhibido en Europa como curiosidad exótica, cual mono de feria.
También conmueve la escena en la que van cayendo las prendas que tapizan uno de los laterales del escenario, evocando los cuerpos caídos en una manifestación. Otro hallazgo es la divertida recreación que hacen las artistas de un grupo de ratones, en alusión a los que, se dice, Winnie tuvo de amiguetes durante su confinamiento aislada entre rejas. Sufrió asimismo el hostigamiento de su pueblo –“Winnie is a bitch”, repiten las artistas- y en el lado crítico se anota el abandono que padecieron sus hijas.
Hay quien dice que si Winnie hubiera sido hombre o blanca nunca hubiera caído del pedestal. Este montaje festivo y trágico pide no juzgar a la activista y reivindica su heroica lucha y su legado: la resistencia frente a las injusticias, tan necesaria también en estos tiempos.
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