Más allá de la plaça Espanya, más allá de Hostafrancs, se
extiende el territorio desconocido de la Twilight
Zone. En la calle Alpens está la sede de la Sala Flyhard y desde su
inauguración hace cuatro años se suceden fenómenos paranormales entre sus
paredes. Tortugues: la desacceleració de
les partícules es el último episodio teatral de una larga lista de
sucesos extraños que adoptan la forma de textos dramáticos. Realidades
paralelas, apariciones espectrales, alucinaciones, saltos espacio-temporales,
experimentos peligrosos, distopias futuristas, científicos locos; un repertorio
digno de la atención de Iker Jiménez. Pero lo más extraordinario es que es una
fuente inagotable de una joven dramaturgia bien escrita que en este texto de Clàudia
Cedó tiene su último ejemplo. En este montaje se mezclan perfectamente la
comedia de pareja –y sus previsibles crisis– con el cuento de terror y sus
parodias, con guiños explícitos a clásicos como Frankenstein (y su novia), La
Isla del Doctor Moreau o La mosca.
Una pócima que puede generar monstruos imprevisibles, pero que la autora y
directora ha sabido impregnar de una peculiar tristeza existencial que la hace muy
atractiva.