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7
Solo una isla bonita
Publicat el: 10 de juliol de 2023
CRÍTiCA: Una illa
Tras una trayectoria impecable que empezó a despuntar con ‘Katastrophe’ y sus ositos de gominola Haribo sufriendo mil y una catástrofes, y se consolidó con las magníficas ‘A house in Asia’ y ‘Birdie’, la Agrupación Señor Serrano, una de las compañías más originales de la escena europea, da un giro hacia el impacto visual con ‘Una illa’, en la que cede el protagonismo a las inteligencias artificiales. Despojada de las elaboradísimas dramaturgias y relatos visuales de sus anteriores propuestas, ‘Una illa’ naufraga pese a un despliegue tecnológico que brinda hermosas imágenes y plasticidad. Los vídeos y ‘performers’ holográficos y un impactante vídeo morphing (transformación fluida de imágenes) toman el relevo de los recursos escénicos (maquetas, manipulación de vídeos en tiempo real…) que exigían un gran trabajo ‘in situ’ y conformaban su singular lenguaje escénico, siempre asentado en potentes reflexiones. El resultado ahora es una bonita isla aislada en un mar de escenas sin un buen cabo discursivo al que agarrarse.
La pieza estira el hilo de una simple premisa: el individualismo no lleva a ninguna parte y es preciso construir un nosotros en el que también quepan los otros, los diferentes. Bien común versus bien individual. El mensaje casa con el anuncio de la sala antes de la obra: “En los últimos días se han producido cancelaciones de espectáculos por motivos ideológicos por todo el Estado. Por una cultura libre y dialogante”. Los nuevos gobernantes no admiten a “los otros”.
Los creadores, Àlex Serrano y Pau Palacios, han pasado también ellos mismos del individualismo a un nosotros cada vez más amplio, con más colaboradores. Se han apeado del escenario y han contado para ‘Una illa’ con la aportación de múltiples talentos tecnológicos y de Núria Guiu, en la coreografía, entre otros. El montaje empieza con el texto de una conversación con una inteligencia artificial proyectada sobre una pantalla y una artista sobre el escenario realizando una especie de estiramientos que irá repitiendo a lo largo de toda la función. Luego la imaginaremos en una isla y se plantearán las dificultades para interrelacionarse con los habitantes de otras islas, que aparecen bailando dentro de una enorme burbuja de plástico, y con un grupo de monitores de esgrima. Se imponen hasta el final el yo y la soledad, con la protagonista reafirmándose como individuo repitiendo sus movimientos sin ceder a integrarse en las coreografías de los otros, mientras sigue la charla, simple y tópica, con la ‘mente’ artificial. Un nuevo territorio explorado por la Agrupación Señor Serrano que, aunque esta vez no ha llegado a buen puerto, puede abrir puertas muy interesantes a la escena.
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