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7
La parte oscura de nuestro destino
Publicat el: 21 de març de 2022
CRÍTiCA: Pelléas et Mélisande. Àlex Ollé
La función comenzó con una emotiva interpretación de El cant dels ocells de Pau Casals a cargo del violoncellista Cristoforo Pestalozzi, como una manifestación del propio teatro frente a la guerra de Ucrania. Acción que el público apoyó con nutridos aplausos.
Después se hizo el aviso del cambio en el reparto con Alexander Duhamel en lugar de Simon Keenlyside, que, debemos dejar claro que no provocó ningún descontento. El barítono francés mostró un enorme dominio del papel de Golaud y nos dio una buena función.
En un suelo de agua, con una gran construcción escenográfica giratoria, la historia de los dos amantes etéricos y detenidos en el tiempo, se llevó a cabo. Se debe decir que la propuesta escénica era realmente bella, una escenografía impactante de Alfons Flores, con una iluminación extraordinaria de Marco Filibec y una creación de personajes muy cuidadosa, además de acertada, de Lluc Castels. Sin embargo, creo que se deben destacar dos problemas, el principal es lo ruidoso del movimiento escénico, no se puede hacer tanto ruido sobre la delicada orquestación de Debussy para mover la estructura de manera circular, fue una gran molestia a lo largo de toda la función. Este era un gran problema técnico a revisar. El otro aspecto complicado para el espectador eran las escenas que sucedía fuera de su campo visual, a pesar de estar en una sección central de la platea, hubo mucho puntos ciegos.
Otra osa es la dirección de actores. Aunque era casi siempre acertada, tuvo momentos en los que no ayudó a que la acción fluyera -Por ejemplo, poner a los dos protagonistas en dos cuadros de luz mientras cantan su dúo, es especialmente aburrido y esa escena necesitaba mucha más acción-, o también que le agregaba cosas innecesarias – como las tres sirvientas saludando o agregar acciones al cierre del segundo acto-.
Un elenco homogéneo y eficiente enfrentó una partitura tan difícil como esta, con un resultado más que bueno, tanto actoral como vocalmente, pero realmente quiénes hicieron un gran trabajo fue la Orquesta dirigida por Josep Pons, con esta partitura tan compleja como desafiante.
Esta obra está pensada para ser representada en cinco actos pequeños, en esta ocasión fue hecha en dos bloques, cosa que creo que juega muy en contra de la naturaleza musical de la obra y de la atención del espectador. Sería bueno replantearse si no serán necesario más descansos para la representación de una obra como esta, no por la acción dramática , sino por la partitura misma.
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