CRÍTIQUES

VALORACIÓ
7
Gracias a los secundarios
Publicat el: 25 de febrer de 2018
CRÍTiCA: Olvidémonos de ser turistas
De vacaciones por La Triple Frontera, donde se cruzan Argentina, Brasil y Paraguay, una pareja discute. Ella, interpretada
por Lina Lambert, se va al país de la plata y
él, Pablo Viña, intenta encontrarla.
Por el camino, ambos se encuentran a un variopinto grupo de personajes con los
que entablaran breves conversaciones. Y
son estos, los secundarios, los que salvan esta road movie de Josep Maria Miró.
El choque cultural es uno de los elementos más subrayados en
el texto y en la dirección de Gabriela
Izcovich, quien opta por una puesta en escena austera, vacía, con tan solo algunos
elementos que entran y salen –una cama, un banco, un carrito de la limpieza- y
unas pocas proyecciones. Por un lado, resulta difícil olvidarse de la banalidad
del turismo cuando los protagonistas acaban hablando de todos los elementos
típicos de la zona: psicología, mate e incluso el culto a Eva Perón. Además, el
empeño en distinguir las dos culturas hace que la pareja española nos resulte
distante. Ella, tremendamente seca y
altiva. Él, más amigable pero también egocéntrico. Hay algo en ellos que
transmite una antipática creencia de superioridad, por ejemplo en su obsesión
por no ser tocados o en la frialdad con la que responden a la hospitalidad de
los autóctonos. No empatizamos con la pareja ni siquiera al final, cuando su
misterio – por otro lado bastante predecible- se resuelve. Todo ello contrasta
con la simpatía y la “buena onda” de los autóctonos, siempre dispuestos a
hablar y ayudar a un desconocido.
Cabe decir que lo que más vale la pena del montaje son las
actuaciones camaleónicas de Eugenia Alonso
y Esteban Meloni, que hacen unos
cambios espectaculares con tan solo rápidos cambios de vestuario, a veces en la
propia escena. Desde la divertida encargada de la limpieza que recuerda sin
quererlo datos innecesarios hasta la atractiva mujer que disfruta sabiéndose
deseada por desconocidos. Desde el amigable pero atormentado conductor de autobuses
hasta el cura que tiene miedo de partir a una misión humanitaria. Los mismos
actores ofrecen un amplio conjunto de personajes, de edades, caracteres, orígenes
y estilos de vida completamente opuestos, pero todos ellos interesantes. Salimos
del teatro con la sensación de que podría habernos cundido más una obra
centrada en cualquiera de ellos.
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