Quizá uno de los grandes retos de la educación, a lo largo de toda la historia de la humanidad, ha sido enseñar a los jóvenes la complejidad de la vida y la forma en que podemos gestionar nuestro devenir en un mundo tan complicado, contradictorio y decepcionante como el que vivimos y construimos. Entender la realidad que vivimos, pareciera uno de los retos más difíciles que cualquier ser humano puede proponerse en cualquier momento histórico.

L’amic retrobat es una obra que nos recuerda que nuestra formación como seres humanos no depende solo de la escuela o de la familia de la que provenimos, sino del mundo socio político que nos circunda y, más íntima y definitivamente, de los amigos que nos han rodeado.

Un montaje entrañable de Joan Arqué, con actuaciones de muy alto nivel (sobre todo en los dos jóvenes Joan Amargós y Quim Ávila), con un espacio sonoro interesantísimo (realizado no sólo por Pep Pascual, sino por los propios actores sobre el escenario) y con una historia hermosa, proveniente de una Europa cuya convivencia pacífica de religiones, razas y credos se vio violentamente amputada por el ascenso del fascismo y el nazismo, con unas consecuencias tan terribles que aún nos hacen volver la mirada nerviosa a nuestros días.

Una lástima la estética escenográfica -quizá el único error categórico del montaje- pero, por fortuna, no logra estorbar al disfrute de la adaptación de la novela Reunion de Fred Uhlman cuya acertada dramaturgia y adaptación estuvo a cargo de Josep Maria Miró.

Un texto que nos recuerda lo mucho que nos acercamos al desastre los seres humanos cada cierto tiempo y lo valiente que se necesita ser para vivir sin dios.