Los espectadores rara vez conocen todos los problemas que un cantante puede enfrentar ante una serie de funciones de una ópera. Desde la enfermedad que pareciera presagiar la cancelación hasta la entrada de ladrones en el piso de la estrella una noche antes de la última función, aunado a una situación política inestable que se expresa en plena función y la muerte de la diva más querida del teatro ¿Cómo alguien puede enfrentar uno de los papeles más difíciles de la historia de la ópera escritos para su voz con este tipo de obstáculos a su descanso y tranquilidad mental? Con una técnica perfecta y con un temple diferente al del resto, no se puede pensar en otra respuesta.

Una producción basada en una idea muy interesante pero llevada a cabo con mucho menos imaginación teatral de la esperada, una escenografía poco interesante, algunos problemas en el foso y en el coro, aunado a un reparto muy desigual, hacía pensar que se trataba de un montaje olvidable y que pasaría desapercibido. Así lo demuestras las críticas de los primeros días de funciones.

Es impresionante que habiendo comenzado así, al final la producción de I Puritani se convirtió en un éxito histórico: se bisa el dúo del acto tercero. Esto no pasaba desde 1936 cuando Hipólito Lázaro y Mercedes Capsir lo hicieron (Dato que aporta Miquel Pérez biógrafo de Lázaro). Pero, incluso, más allá de efemérides, el Arturo de Javier Camarena es simplemente inolvidable. No sólo es que sean impresionantes sus agudos y sobre agudos -plenos y sin cambio de color- no sólo es que su voz es brillante, hermosa, redonda, es ese fraseo inolvidable que le da sentido a cada frase y a cada nota. 

Pretty Yende es una soprano con un futuro prometedor, pertenece a la generación de mujeres africanas que están cambiando la imagen de su género en el mundo. Con una voz hermosa y coloraturas claras, seguramente su proceso la llevará a mejorar su construcción escénica del personaje y asegurar los sobreagudos un poco cortos y con demasiado vibrato. Su energía escénica y su belleza física son méritos de su trabajo que no pasan desapercibidos.

Mariuz Kwiecienes un barítono inteligente y con mucha experiencia, aún así el efecto de un resfriado se dejó ver en su desempeño vocal. El resto de elenco era terriblemente desigual y hubo momentos en los que la orquesta los tapaba sin remedio y a veces, por fortuna. 

La última función de esta producción, que fue apoteósica y al parecer quedará en la mente de todos los que la vimos, dio por inaugurada esta temporada del Liceo.