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VALORACIÓ
8
Playing Hamlet
Publicat el: 10 de setembre de 2017
CRÍTiCA: Hamlet entre todos
¿Alguna vez has soñado con ser un rey? ¿Has pensado en lo
que siente una joven dama capaz de morir por amor? ¿O prefieres ser el
divertido y leal amigo del protagonista? Con este Hamlet, Los números imaginarios
siguen adelante en el camino que ya iniciaron con la impactante cena del rey Baltasar y hacen suyo el doble significado del
verbo play (interpretar y jugar), dándonos la oportunidad de vivir la tragedia en
nuestras propias carnes.
En escena un único actor en la piel de Hamlet –espectaculares
la energía y la capacidad de adaptación de Alejandro
Pau– , mientras que el público es dividido en 4 grupos según el personaje
que quiera interpretar: la reina y madre Gertrudis, el nuevo rey Claudio, tío
de Hamlet, la bella y enamorada Ofelia o
el joven y leal Horacio. Hamlet se dirigirá en todo momento a las personas de
cada grupo, y el resto de personajes irán apareciendo de entre los espectadores a lo
largo de las cuatro horas y media de canciones, bebidas, monólogos, bromas y
tragedia.
A nuestro lado, varios miembros de la compañía interpretan a
los criados y guían nuestros pasos a través de las instrucciones justas, advirtiéndonos
desde el principio de que nadie tendrá que hacer nada que no quiera pero que
como más nos entreguemos al juego más disfrutaremos todos de la función. De
cada grupo, algunas personas son escogidas para realizar determinadas acciones que
van mucho más allá de simplemente leer un texto. Y ya sea por intuición o
experiencia, es increíble el ojo que tienen los profesionales para detectar a
los espectadores más artistas. La conexión que se crea en algunas escenas entre
Pau y los escogidos hace que lleguemos a dudar de la improvisación del momento.
Como única pega, decir que la historia es la que es y el nivel
de innovación es limitado. Más allá de una ligera perversión en la imagen
final, no hay en la dramaturgia un nuevo punto de vista que nos sorprenda tanto
como sí lo hicieron en La cena… Las
escenas recortadas, que son bastantes, quedan suplidas por canciones variadas y
contemporáneas interpretadas en directo por la voz y la guitarra del propio
Pau. La música está presente en una gran parte de la función ejerciendo de reflejo
de los distintos estados de ánimo del personaje, un recurso parecido al que usó
en su versión Pau Carrió – con pieza de Stromae incluida- aunque mucho más utilizado.
Con todo, estamos ante un montaje espectacular, en el que no
se escatiman recursos ni detalles. Una invitación a jugar, sentir y dejarse
llevar por el texto y la historia. Una experiencia divertida y emocionante que
es necesario experimentar en primera persona.
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VALORACiÓ
7