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9
Hilarante tragicomedia a ritmo de chirigota
Publicat el: 1 de juny de 2023
CRÍTiCA: El viento es salvaje
La compañía Las Niñas de Cádiz ha conquistado las plateas con ‘El viento es salvaje’, un montaje que, a ritmo de chirigota, rebosa frescura, originalidad, ingenio y humor. Premio Max al mejor espectáculo revelación 2020, hilvana un argumento que empieza en comedia y acaba en tragedia clásica, servido con la rima y el verso chirigotero de los afamados carnavales gaditanos. La autora, Ana López Segovia –también directora e intérprete-, traslada las Fedra y Medea de Eurípides al Cádiz de hoy, y concibe una hilarante parodia contada de forma espléndida a través de composiciones poéticas y humorísticas. Sonetos, tercetos y pareados conviven con los romances, quintillas y cuartetas típicas del romancero carnavalesco de su ciudad. Y es que la compañía fue en sus orígenes La Chirigota de las Niñas y siguen fieles a sus raíces, fusionando elementos de la cultura popular y el folclor con otros de la llamada tradición culta. Tragedia griega y cultura popular a las que se suman Shakespeare, Lorca, el teatro físico, el absurdo, la comedia del arte, el surrealismo… Un ‘mix’ muy dinámico que fluye entre divertidísimos diálogos y monólogos. Las cuatro intérpretes -Alejandra López, Teresa Quintero, Rocío Segovia y la autora, Ana López Segovia- firman un trabajo magnífico, repartiéndose los personajes femeninos y masculinos de la pieza, y alternando verso y prosa con mucha chispa y naturalidad.
La obra plantea los vaivenes del destino con la historia de dos amigas íntimas: Vero y Mariola, marcadas por sinos contrarios. La una, perseguida por el infortunio y la otra, siempre con la suerte de cara y ayudando a la infeliz amiga, a la que considera una hermana. Se suceden las desopilantes desgracias de Mariola –desternillante Quintero- hasta que entran en juego los clásicos, con las pasiones, los celos, las traiciones y los amores prohibidos. Entra también el salvaje viento de Levante, anunciado por la flauta del afilador, que dispara la libido y la fatalidad. Una tragedia que adquiere, como dice la autora, una dimensión cotidiana y que ella transforma en extrema comicidad. Hilarante es, por ejemplo, la escena en la que las amigas se despedazan (al estilo Tarantino), cuando asoma la traición de Mariola, la Fedra enamorada. Zeus es sustituido por un Dios católico a quien Vero se enfrenta acusándolo cual Segismundo de ser injusto en un final en el que no falta el guiño al empoderamiento femenino. Un espectáculo imperdible que ha traído aire fresco del Sur a la cartelera y merecería una estancia más prolongada.
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