Visto lo visto en lo que llevamos de temporada teatral en Barcelona
parece que por el momento esta es la temporada de los monólogos. Si me
permitís ser un poco malo, parecería que muchos han descubierto en este
género una fórmula perfecta para abaratar costes, por lo menos en lo que
se refiere a los sueldos actorales. Bromas crueles aparte (que bastante
complicado lo tiene todo el sector teatral), lo cierto es que en
ocasiones ha parecido que los monólogos nunca tenían cabida en las
programaciones teatrales (más allá, por supuesto, de los monólogos
humorísticos, un fenómeno aparte muy influenciado por la televisión).

Porque es cierto que no es un género fácil, ni para el espectador, ni
para los encargados de llevarlo a escena, especialmente el actor o
actriz protagonista. Pero al mismo tiempo, esa dificultad acaba
resultando tremendamente atractiva, porque el resultado, si se parte un
buen texto y la actuación está a la altura, acostumbra a ser tan
íntimo como intenso, tan personal como arrebatador.

(…)

La selección de textos de Eles Alavedra
tienen en común que la autora se dirige directamente a los lectores
(ahora espectadores). Y aunque se muestran bastante bien unidos entre
sí, la duración del espectáculo y la mezcla de fragmentos más irónicos y
de reivindicación social con otros más poéticos no funciona del todo,
provocando en ciertos momentos de la función que sea fácil desconectar.
Nada que reprochar, sin embargo, ya que el reto de trasladar textos
literarios a escena no es tarea para nada fácil.

(…)

La actriz Anna Sabaté, poco conocida
por el gran público, realiza un trabajo ejemplar, que únicamente parece
necesitar un poco más de rodaje, de seguridad. Porque Sabaté
consigue con su interpretación llena de matices no solo que conectemos
con la historia, sino que nos muestra también con gestos y miradas la
compleja y fascinante. personalidad de Woolf.