Volvemos a hablar de guerra, de tener que abandonar tu casa porque alguien no respeta como piensas o como actúas. Ser inmigrante de por vida, perder a tu familia en búsqueda de un sueño que al llegar a la vieja Europa no sólo no es real sino que se convierte en pesadilla. Aunque todo es mejor que volver al horror de vivir en tu país.

La propiedad privada, ser expulsado por “ilegal”, que nadie te quiera cerca, ser tratado como nunca quisieras que te trataran simplemente porque naciste en el lugar equivocado. Los privilegios y tonterías varias del primer mundo con respecto a lo que muchos consideran ciudadanos de segunda.

En 45 minutos cabe todo, y por muchas historias que conozcas con nombres y apellidos, se te hiela la sangre al ver representada una más, la de Amal cuya tierra prometida la ha llevado a cruzar el Mediterráneo como tantos otros y que ve frustradas, en un inicio, las expectativas de lo que soñaba con vivir.

Además de las virgerías acrobáticas que ya estamos acostumbrados a ver a Ona y a Laia en los espectáculos de “Eia” aquí se une una dificultad añadida, el clown. La gestualidad cobra una baza muy importante en la historia, una mezcla de sentimientos durante toda la pieza, y sobre todo en las partes más cómicas, que destensan al público de las imágenes imaginarias que representan los sufrimientos que conlleva la guerra.

A pesar de ser un espectáculo sin texto, una voz en off narra algunos trozos del diario de Amal, las fases de la guerra y sus sentimientos y deseos de cruzar el Mediterráneo. Eso sí, y al menos durante Fira Tàrrega tendrá subtítulos en catalán, castellano, inglés y francés.

Y sí, Amal es un espectáculo de guerra, con toques trágico-cómicos, que te llena de reflexiones, y sin ponerle un pero, acabas con la sensación de haber visto una pieza sencillamente maravillosa.