Bienvenidos a la clase de religión. La lección de hoy irá estará centrada en el judaísmo. Hablaremos brevemente de sus creencias básicas, de sus símbolos y de su historia, desde su nacimiento bíblico hasta su situación hoy en día en el Oriente próximo. Por supuesto, no faltarán durante la clase algunos momentos de recreo con chistes más o menos fáciles. Todo ello de la mano del maestro Josep Maria Flotats.

Serlo o no se debate entre ofrecer un debate serio y profundo sobre el sentimiento religioso o convertirse en una comedia ligera en la que se haga reír al personal a partir de unos pocos tópicos. Confrontadas ambas opciones, parece que la segunda tuvo un mayor peso en la balanza. Y así es como se presenta esta obra del francés Jean-Claude Grumberg en la que dos vecinos, un judío y un cristiano, hablan de religión en sus encuentros cotidianos en la escalera.

El principal problema de la obra es la diferencia intelectual tan abismal que hay entre los dos personajes. Mientras que el judío, el mismo Flotats, es un erudito hábil en la ironía y los juegos de palabras, su compañero de escena –encarnado por Arnau Puig, prometedor actor del que aun recordamos su divertidísimo Malvolio con Els Pirates– es un hombre inculto, impulsivo e irracional. Así pues, la posible batalla dialéctica se convierte más bien en una clase para niños. No hay discurso sino personajes planos, un maestro entendido y un aprendiz poco brillante.

A partir de ahí, poco se puede hacer más que explotar de aquella manera la vertiente cómica del asunto. Es lo único que la función puede prometer: entretenimiento y alguna que otra sonrisa.