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8
Volar de la mano de un genio
Publicat el: 8 de juliol de 2016
CRÍTiCA: Vuelos
Tras la trilogía que vinculó
las figuras de Miró, Magritte y El Bosco en sus tres últimos espectáculos,
Aracaladanza vuelve a los escenarios barceloneses con un nuevo espectáculo
inspirado en Leonardo Da Vinci. Lo hacen
dentro de la programación del MiniGrec validando así su voluntad de dirigirse
al público más amplio, el familiar. Durante años, la compañía ha ido creando un
espacio propio en este sector sin renunciar a espectáculos de gran formato
-aunque de duración limitada- y con clara exigencia coreográfica. En Vuelos,
recurren de nuevo a un referente icónico de la cultura occidental: Leonardo Da
Vinci, abordando su figura desde sus múltiples facetas. Personaje clave del
humanismo renacentista, Da Vinci defendió, con sus muchas y variadas
producciones, la vertiente intelectual del artista. Uniendo ciencia,
ingeniería, literatura y artes plásticas, Da Vinci tejió un corpus artístico
que no puede ser disociado de sus estudios anatómicos del cuerpo humano o los
de geometría, ni de sus construcciones o ingenios de todo tipo. No en vano el
propio Leonardo en su Tratado de pintura defendió este arte como conocimiento
científico. Tras la huella del ingeniero visionario y dejándose cautivar por su
sensibilidad artística, Aracaladanza construye un magnífico espectáculo con los
recursos que habitualmente forman parte de su trayectoria. Proyecciones,
sofisticados efectos lumínicos, elementos de atrezzo referenciales muy bien
jugados en escena y danza, mucha danza. Cinco bailarines son los encargados de
mostrarnos y sumergirnos en el inmenso y sugerente mundo leonardesco. Sin
vocación narrativa alguna, el hilo del espectáculo parece encontrarse en la
constante búsqueda e investigación, ahora sobre la luz -y ahí entrarían tanto
las proyecciones como el juego de luces y sombras-; ahora sobre el movimiento,
y en este sentido aparecen los péndulos movidos por un impulso inicial y luego
por inercia, que encuentran su eco amplificado en el juego coreográfico de los
bailarines. Una investigación que habrá de culminar con el trazado del artefacto
que permita al ser humano volar. Vuelos es un gran fresco con multitud de
detalles que nos recuerdan el genio de Leonardo, pero con entidad propia.
Anteponiendo al ser humano como medida de todas las cosas, no renuncian a la
abstracción propia de la danza contemporánea. La música original Luis Miguel
Cobo -que también firma composiciones para La Veronal o Sharon Fridman- es
también una gran baza: una partitura compleja que por momentos recrea formas de
música antigua, evolucionando hacia la contemporánea para volver a la música
cortesana de compositores como Purcell. Si se añade un cuidadísimo espacio
escénico que, en su desnudez, adquiere el tono apergaminado de los papeles
antiguos y un vestuario rico y variado, tenemos todos los ingredientes para
convertir en realidad escénica el sueño de Ícaro.
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