Surgido de la escena independiente argentina, el dramaturgo y director Nelson Valente se dio a conocer con la magnífica ‘El loco y la camisa’ en La Villarroel y ahora tenemos la suerte de disfrutarlo con asiduidad por estos lares. Hábil retratista de las miserias humanas, siempre en el contexto del núcleo familiar, tras la estupenda ‘Solo llamé para decirte que te quiero’ Valente vuelve a conquistar la platea con ‘Silvia’. La pieza forma parte de un proyecto internacional catalano-argentino del festival Grec junto con ‘La paella dels dijous’ y ‘Rovira vs. Rodríguez’ (esta última unirá los repartos y las tramas de las anteriores).

Una de las principales bazas de Valente es el magnífico plantel de actores de su país con los que trabaja. En ‘Silvia’ repiten Lide Uranga -la maltratada esposa de ‘El loco…’ y la marchosa abuela de ‘Solo llamé para decirte que te quiero’-; Mayra Homar –la espléndida protagonista de ‘Solo llamé….’- y Gabriel Beck, el hijo ‘loco’ y el hijo parásito e infantiloide de ‘Solo llamé….’. A ellos se une el también estupendo Julian Ponce, que encarna al yerno de Silvia y es el principal representante de los micro y macromachismos y egoísmos de la historia. Esta empieza con la llegada de Silvia, recién enviudada, y su hijo a Málaga, donde viven su hija y el yerno. A los 70 años quiere liberarse de ataduras y cumplir sus deseos, aunque su parentela tiene otros proyectos para ella.

Maestro del naturalismo, Valente consigue que los espectadores participen de una reunión familiar de lo más creíble. Irrumpimos cual ‘voyeurs’ en unas escenas cotidianas que transitan entre broncas y ternuras. La pequeña sala Flyhard permite el máximo acercamiento a unos personajes que generan mucha identificación y empatía. El autor destapa dramas profundos y miserias que se esconden bajo la alfombra desde un lugar muy ameno e ingenuo que dispara las risas de la platea. Están presentes los trazos habituales del dramaturgo: la esposa abnegada y el marido machista que se larga a bailar salsa cada noche, el hijo parásito, la mujer que busca liberarse tras años de infelicidad marital, las dificultades de vivir diciendo la verdad… Egoísmos, mentiras, hipocresías, opresión, estigmas, empoderamiento femenino… Todo fluye ente la comicidad y algún momento de tensión mientras entran también en juego silencios, gestos y miradas que los actores manejan a la perfección. La condición humana, servida con mucha verdad y frescura.

Otro gran hallazgo es la integración en la obra de la puerta de la sala Flyhard que da acceso a la calle como si fuera la de la vivienda. El marido sale a fumar y a esperar la llegada de la suegra y su hijo, que aparecerán  cargados de maletas, mientras va saludando a los vecinos que pasan por allí. Un error es el ‘spoiler’ en la sinopsis de la obra en las webs y programas: desvela acontecimientos que suceden al final de la función. Mejor, pues, entrar en la casa de esta familia argentina sin leer nada previamente.