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9
El sólido refugio de la música de Strauss
Publicat el: 2 de maig de 2018
CRÍTiCA: Richard Strauss
Como si fuera una gran metáfora de la propia vida del compositor Richard Strauss (1864-1949), su música parece siempre un remanso de paz y un mundo alternativo al desastre de cada día. Parece el resultado lógico de alguien que vivió tres guerras, que mantuvo un lenguaje propio a pesar de las convulsiones artísticas principios de siglo y le dio a la voz humana la capacidad de la belleza en medio de los gritos angustiosos de su tiempo.
El Gran Teatro del Liceo nos ha regalado un concierto dedicado a este autor prodigioso, que nos envuelve siempre en una orquestación compleja y llena matices.
En esta ocasión el programa estuvo integrado por obras pertenecientes a diferentes etapas de la vida del compositor: la ironía simpática de Till Eulenspiegels lustige Streiche (Las alegres aventuras de Till Eulenspiegels), una obra de juventud escrita a fines del siglo XIX, que buscaba la libertad del formato sinfónico y se refugiaba en otras estructuras. El extraordinario canto del cisne que son las Vier letzte Lieder (Cuatro últimas canciones), donde la voz es un instrumento más de la orquesta y se puede palpar, no tanto una influencia como la similitud, con la música de su amigo Gustav Mahler. Un reducto de una manera de escribir para la voz que a mediados del siglo XX, ya había cambiado por completo. Finalizando con Tod und Verklärung (Muerte y transfiguración), una de sus obras más trascendentales, tanto desde el punto de vista musical como conceptual y filosófico.
La soprano norteamericana Jaquelyn Wagner hizo una interpretación cuidadosa y muy efectiva de estas cuatro canciones extraordinarias, llenas de dramatismo y que no pueden considerarse sino una de las más hermosas formas de despedirse de la vida. Su voz es muy brillante y clara en la tessitura más aguda, y su fraseo en el centro es muy bueno, pero la parte grave suena un poco opaca y fue fácilmente tapada por la densa orquestación de Strauss.
El trabajo como director de Josep Pons con estas obras es interesante y siempre se agradece que se puedan escuchar bien ejecutadas. La orquesta del Liceo adolesce de la precisión matemática que exigen, pero lo compensa con una enorme expresividad y en general el conjunto del concierto fue, como siempre con Strauss, un reducto de esa paz que sólo puede darte la inteligencia y la creatividad.
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