CRÍTIQUES

VALORACIÓ
9
Bailar con los ancestros
Publicat el: 3 de febrer de 2018
CRÍTiCA: Protagonist
Protagonist –la segunda
coreografía que crea Jefta van Dinther para el Cullberg Ballet- trasciende el
análisis convencional de un espectáculo de danza. Es evidente que se puede
destacar la obsesiva concentración del movimiento en el tren superior, la
preminencia del grupo sobre la individualidad, o la influencia de la cultura
urbana en el rigoroso trabajo muscular, subrayada por los beats de la música de
ELIAS. Se podría mencionar la decisión radical de eliminar casi por completo
ese aire o aura alrededor del bailarín o bailarina para mostrar mejor su
virtuosismo y la limpieza de la línea, o el borrado de fronteras de género en
el reparto del repertorio coreográfico. O el contraste entre la dominante
dinámica de grupo y la acentuada personalidad de cada uno de los bailarines,
identificados e identificables a tal punto que después se buscan y persiguen en
su incesante recorrido por el espacio asignado para desarrollar un complejo discurso
sobre el ser humano como animal social.
Dinther –también autor
de unos textos que se deben escuchar con atención- utiliza la compañía para
desarrollar una extraordinaria tesis sobre cómo nos relacionamos, de cómo la comunicación
no verbal es un código poderosísimo, de cómo estamos sujetos a rituales tribales –aunque
sea un mitin-, de cómo somos capaces de pasar de una caricia a un gesto
violento sólo variando levemente la intensidad del contacto; de cómo usamos el
espacio para crear confrontación o reductos de protección –entre semejantes o
solos-, para levantar y hacer caer puentes; de cómo nada en nuestra realidad es
permanente ni unívoco; de cómo lo humano depende de nuestra capacidad de estar
en permanente movimiento, también ideológico. Lo contrario nos lleva a la
decadencia.
Además logra la genialidad de incorporar
coreográficamente el tiempo, creando un efecto hipnótico por el simple hecho de
cuestionarnos si ante nuestros ojos se está produciendo un lento cambio o no. Un
momento intenso que conecta al público con su memoria atávica. Una
regresión evolutiva que se realiza con inquietante lentitud. La misma inquietud
que generan esos cuerpos que se desvanecen en los márgenes y sus sombras para
dirigirse a un lugar desconocido, o peor, buscándonos, nosotros, el público
subyugado por la intensidad de la propuesta. Cuerpos que abandonan el
cuadrilátero de luz. Extraordinario diseño de Minna Tilkkainen. La luz, como un
elemento dramatúrgico más, que tanto enfoca el cambiante conjunto como el detalle
de una mano casi inmóvil, objeto de atención obsesiva de una bailarina. En la primera parte
incluso hay cierto efecto pictórico. El suficiente para evocar las complejas
composiciones humanas de Delacroix. Quizá veamos El
naufragio de Don Juan. Un fenómeno esteticista secundario, a 180° de la preciosista
vacuidad de Dimitri Papaioannou.
Esa luz se
transformará luego en un manto dorado uniforme cuando el espectáculo vira hacia
lo primitivo y lo desnudo, y el Cullberg asume las reglas y los movimientos de
una comunidad de homínidos. Una involución –o despojamiento civilizador- de una
precisión documental, muy lejos de cualquier tentación de mostrarse como una
parodia simiesca. Son sólo ancestros, sobre todo porque en ese estado primigenio de
lo (pre)humano ya se han establecido todos los comportamientos de nuestra
sociedad contemporánea. Sólo es cuestión de tiempo –y así lo demuestra Dinther
en un giro coreográfico tan genial en su sencillez y fuerza de elipsis como el hueso lanzado
al infinito de 2001. Una odisea en el
espacio– que el homo sapiens recupere la gestualidad del presente. Es fácil
porque ya estaba ahí desde el principio de los tiempos, como nuestros miedos o
necesidades de protección o afecto.
CRÍTIQUES RELACIONADES / Protagonist
TÍTOL CRÍTiCA: An enigmatic reflection on human nature and narcissism
PER: Alx Phillips

VALORACiÓ
9
TÍTOL CRÍTiCA: Tornar als orígens
PER: Montse Otzet

VALORACiÓ
7