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Contorsiones de la psique
Publicat el: 31 de juliol de 2025
CRÍTiCA: Candy
El joven artista circense Pablo Molina despliega múltiples recursos –contorsiones, danza, movimiento, clown…- en una pieza que hibrida el género del terror, la comedia y el surrealismo. Resuena el universo oscuro, absurdo y fascinante de Peeping Tom, y el contraste entre lo perturbador y la comicidad que la compañía belga maneja con maestría. Como en The lost room, vemos al protagonista atrapado en una estancia, una casa, metáfora de su espacio mental y de la lucha interna por comprender lo caótico e incomprensible.
En su primer solo, Molina saca mucho partido de unos objetos que cobran vida, como la cama, el zapato o la sudadera, que lo llevan a una retorcida lucha con su cuerpo. Es ahí donde el artista, formado en el Circo Rogelio Rivel y en Le Lido de Toulouse, muestra su excelente faceta de contorsionista y el dominio del teatro físico y la expresión corporal. También destaca el recurso de un doble en una poética y bella secuencia especular, y cuando se introduce en una gran lavadora y le vemos dando vueltas hecho un trapo. Un centrifugado muy potente.
No hay un mensaje claro, ni lo pretende el creador de Reus, y la voz en off que aparece no aporta gran cosa y cae en un exceso de trascendencia. Es mejor entrar en ese laberinto mental y dejarse sorprender por el absurdo, caótico y divertido mundo con el que Molina logra conectar muy bien con el público. Un gran trabajo del cocreador de Random, la primera compañía de circo catalana galardonada en la plataforma internacional Circus Next 2019.
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