Sweet Tyranny

informació obra



Coreografia:
Pere Faura
Direcció:
Esteve Soler, Jordi Queralt
Dramatúrgia:
Esteve Soler
Escenografia:
Jordi Queralt
Intèrprets:
Laura Alcalà, Sarah Anglada, Miquel Fiol, Claudia Solwat, Roser Tutusaus, Javi Vaquero, Pere Faura
Text:
Esteve Soler, Pere Faura
Il·luminació:
Jordi Queralt, Sergio Roca Saiz
Interpretació musical:
DJ Amaranta Velarde
So:
Ramon Ciércoles
Vídeo:
Joan Escofet
Vestuari:
Jorge Dutor
Producció:
Companyia Pere Faura , Mercat de les Flors, Festival Sismògraf, Recontres chorégraphiques Seine Saint Denis
Sinopsi:

A partir de coreografies icòniques de pel·lícules musicals del anys 70s i 80s, Faura dibuixa una analogia entre la dansa com a èxtasi i evasió i la dansa com a feina i professió. Copiarem, versionarem i destrossarem les coreografies de John Travolta o Patrick Swayze per intentar transcendir el clixé que representen i reflexionar sobre la relació entre treball i oci, tant en el món específic de la dansa com en el món laboral en general. Una peça grupal, macarra i reivindicativa entre la disco i l’estudi de dansa, entre la festa i la feina, entre la llibertat individual i les obligacions col·lectives. Aquest espectacle forma part d’una trilogia.


Aquests dies de confinament no hi ha teatre. Amb l'objectiu de reconfortar i acompanyar aquests dies de soledat i estranyes, moltes companyies que han penjat vídeos dels seus muntatges. Recomana, sensible a la iniciativa desinteressada dels artistes, els ordena a través del web.  


Podreu accedir a les gravacions clicant la pestanya del video de les fitxes.


Crítica: Sweet Tyranny

29/01/2017

DEL SUEÑO A LA FRUSTRACION

per Carmen del Val

Mimado por la profesión y por un sector de la crítica Pere Faura,  (Barcelona, 1980) presentó Sweet Tyranny en el Mercat de les Flors la noche del pasado viernes. El teatro del carrer Lleida presentaba un lleno absoluto. Eran muchos los que querían conocer este espectáculo “macarra y reivindicativo”, según palabras del propio autor, a caballo de la danza contemporánea y el musical. Entre el público una atenta Àngels Margarit, flamante directora del Mercat de les Flors. En esta ocasión Pere Faura, junto a siete bailarines, plantea la dicotomía de la danza como evasión o como trabajo y profesión. El resultado es una pieza en la que laten algunas ideas brillantes pero que el artista no ha sabido encauzar ni desarrollar, cayendo en lo tópico. Lo que sí consigue transmitir al público este bailarín y coreógrafo es su frustración por no tener un cuerpo y unas condiciones para la danza como las de John Travolta, su ídolo desde niño.

Sweet Tyranny forma parte de una trilogía. La primera obra, Sweet fever, inspirada en la película Sturday Night Fever de Johan Travolta, se estrenó en el marco de la pasada edición de Temporada Alta que se celebra en  Girona. Ahora quedará pendiente Sweet precarity, que está en proceso de creación. En Sweet tyranny Faura parte de coreografías icónicas de las películas musicales de los años  de 1970 y 1980 como Dirty Dancing, Greas, Flashdance, Chorus line, Mary Poppins o Streptease para reprochar a la industria de Hollywood su poder para hacer soñar a los espectadores de sus películas. Los célebres bailes de John Travolta, Patrick Swayze, Demi Moore o de Jennifer Beals son versionadas, destrozadas y reinventadas por los intérpretes para explicar al espectador que estos musicales que te hacen soñar desde la butaca de un cine, luego, cuando te quieres dedicar a ser un profesional de la danza ves que la realidad es muy diferente. Una idea  evidente no solo en la danza sino también en otras disciplinas y que el artista repite en este espectáculo hasta la saciedad. Al principio del espectáculo el bailarín con una bola brillante de disco se paseó por la filas de butacas del Mercat, para entrar en contacto con el público.

Ya en el escenario Faura, convertido en el despótico coreógrafo que encarnó Michael Douglas en la película Chorus line, y junto a su troupe de bailarines (Laura Alcalà, Sarah Anglada, Miquel Fiol, Raquel Gualtero, Claudia Solwat y Javi Vaquero), parodiaran con mejor o menor fortuna y sin valor coreográfico a los protagonistas de estos musicales, mientras que en las dos pantallas de vídeo que están en el escenario se muestran analogías con las películas que inspiran esta obra demasiado larga. Al final el escenario se volvió un caos a ritmo de una crispante y dilatada música discotequera.