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Para los entendidos Trópico de Covadonga es un espectáculo más calmado, ya dicen que la muñeiras no son la alegría de la huerta, no te las pondrías para prepararte para salir de marcha y quizás yo esperaba más jotas, esas que aunque sin saber bailar llevo escuchando toda la vida.

A pesar de la calma, Rodrigo Cuevas es un espectáculo en sí mismo, imposible dormirte por mucho que lleves toda la Fira a tus espaldas, que sea domingo y que el cuerpo pida una tregua. No la hay porque hemos venido a divertirnos hasta el final. Y lo hicimos, y lo haremos tantas veces como haga falta.

Además no sólo de diversión vive la gente, en Trópico de Covadonga también hay espacio para el recuerdo de aquellas personas olvidadas, una mirada al pasado, a los vínculos intergeneracionales, la belleza y la libertad sexual.

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