Hasta 16 bailarines, 3 coreografías y un director. Así fue
el programa mixto de la Dresden
Frankfurt Dance Company que inauguró el Grec 2017 bajo la creación de Jacopo Godani. 80 minutos de
elasticidad y movimiento en tres evocadoras piezas muy diferentes entre sí pero
todas ellas visualmente atractivas.

Metamorphers, el
primero de los montajes, empieza con dos bailarines que mientras danzan se
miran de forma intimidante. Poco a poco, se incorporan gradualmente el resto de
intérpretes, siempre atentos a los otros, como en estado de vigilancia permanente.
Les ayuda la inquietante melodía del cuarteto
de cuerda número 4 de Bartók,
interpretado en directo por las suizas Kubus
Quartett, que mantiene la tensión casi de thriller. En los dúos parece que
los bailarines se controlen, se imiten, se dirijan el uno al otro. Y también hay
algún solo, a veces vigilado por el resto, a veces con la multitud de espaldas,
como una metáfora del individualismo frente al colectivo, de la libertad frente
a la sociedad.

Más tranquila es la segunda pieza, Echoes from a restless soul, en la que cuatro intérpretes bailan juntos
y en pareja. Los acordes de piano de Maurice
Ravel que toca en vivo Ruslan
Bezbrozh enseguida nos transportan a una atmosfera mucho más dulce. Los
intérpretes también se miran, pero con una intensidad diferente, más
colaborativa. Juntos crean figuras magnéticas y pictóricas, creadas con una unión
y una calma más íntimas.

En cuanto a la tercera parte de la velada, Moto perpetuo, se trata de una coreografía
de gran impacto, principalmente cuando los 16 intérpretes están en escena. Resulta
muy potente la conjunción rítmica de brazos, piernas y cuerpos unidos por los acordes
electrónicos de 48Nord. La fuerza y
la sensualidad con la que todos bailan es realmente llamativa y sirve de
colofón final a una actuación potente y bella, complementada por un juego de
luces  acompasado con los diferentes
estilos de las piezas y un vestuario bastante neutro, ideados ambos por el
propio Goldani.