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Otello: un hombre blanco que es incapaz de amar
Publicat el: 14 d'abril de 2021
CRÍTiCA: Otello (prod. Bayerische Staatsoper)
Es muy probable que los aficionados más tradicionales a la ópera no disfrutaran de este montaje de Otello, sobre todo de su montaje escénico. No cumple casi con ninguna de las normas propuestas por sus creadores: es un montaje no realista, con una estética moderna, minimalista e incluso plantea un Otello cuyo conflicto no incluye el tema racial. Sin embargo, creo que es de aplaudir, una propuesta fresca y novedosa, que aunque pueda tener algunos aspectos menos logrados, la verdad es que logró un marco novedoso para la representación de esta obra tan escuchada ya.
¿Por qué podemos ver un Otello blanco?
Se entiende que en la época shakesperiana había referencias a los moros españoles que había en Londres y quizá de ahí venga la idea de un protagónico negro. Incluso más allá de esta referencia histórica, tenemos que entender que un hombre de piel oscura que lograba llegar a una posición de poder en la Europa renacentista le confería un carácter heroico y extraordinario, por lo que su proceso de degradación era más doloroso y estaba basado en una inseguridad por demás explicable. Pero en nuestro tiempo ya ha habido presidentes negros en muchas naciones, el asunto racial no tiene el mismo significado y sobre todo, hay moros blancos, rubios y de ojos claros.
En la actualidad pensar en un Otello negro no va a diferenciarlo y no dejaría claro en qué cambiaría su conducta el asunto racial en nuestros días. La misoginia existe en todas las razas, la necesidad de tener a una pareja en exclusividad por una personalidad insegura es, por desgracia, el pan nuestro de cada día en casi todos los países del mundo y esto ya no está relacionado ni siquiera con la clase social, mucho menos con un problema racial.
Debemos decir que ninguno de los protagónicos estaba en la edad que deberían tener estos personajes, pero aún así, pudimos disfrutar de uno de los mejores elencos que pueden interpretar esta ópera en nuestros días. Hace mucho que esas cosas dejaron de importar para muchos de los espectadores.
En cuanto a este montaje, el principio fue muy interesante. Una propuesta novedosa ver el punto de vista de Desdémona del casi naufragio de la nave de Otello y al pueblo en la oscuridad. La dirección escénica logró movimientos corales interesantes y poco habituales.
Gregory Kunde como siempre, seguro, fuerte, vital, con un fraseo impecable y emocionante. A su lado el excelente Yago de Carlos Álvarez su acostumbrada eficiencia inquebrantable tanto vocal como actoral. Kassimira Stoyanova hace una extraordinaria Desdémona, fraseo perfecto, dulzura en su canto. A pesar de lo homogéneo del elenco en cuanto a calidad y el muy alto nivel de sus compañeros de escena, la verdad es que el trabajo de esta soprano rusa resalta enormemente.
La puesta en escena crea su propia lógica en la ficción, que atrapa al espectador en otros significados de las acciones e imágenes. Aunque la estética gris, lineal y poco imaginativa no es lo mejor de la puesta en escena (el diseño de vestuario es realmente poco favorecedora los caracteres psicológicos), la verdad es que su manera de crear las atmósferas y de demostrar a un protagonista enamorado de sus ideas y no de su esposa, fueron una ideas bien logradas. La escena estaba mejor resuelta en el primer acto que en segundo, pero tiene grandes aciertos, como el cierre del tercer acto, por ejemplo.
Musicalmente es una muy buena función y escénicamente muy interesante. La orquesta bajo la batuta de Gustavo Dudamel es completamente transparente, oyes todo lo que hacen todos los instrumentos, acompaña perfectamente a las voces y logra conjunciones realmente interesantes y emocionantes.
Comparado con las últimas producciones de esta ópera en el Gran Teatro del Liceo, este montaje es una completa delicia.
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