Asistiendo a este espectáculo itinerante, no paraba de
pensar en la otra maravilla del estilo que es Fúgit. Pero si lo que motivaba la
obra de los Kamchàtka era la rabia y la denuncia, la compañía Eléctrico 28
pretende mostrarnos la parte positiva del mundo en el que vivimos.

Momentos estelares de la humanidad parte de la novela
homónima de Stefan Zweig y nos propone la búsqueda de un momento estelar, es
decir, un instante en el que todas las circunstancias se concentren como los
rayos sobre una antena parabólica. Para conseguirlo, la historia nos presenta a
4 anónimos y entrañables personajes, los 4 eléctricos, unos seres
extravagantes, de marcada personalidad – seguro que cada uno de ellos daría
para un libro sobre su historia- y muy divertidos. Sin decir ni una palabra en
toda la función, los eléctricos nos guían por las calles y edificios ataviados con
cascos que nos permiten seguir sus pesquisas y nos ponen a tono con la música.

Sin desvelar mucho, porque desconocer qué ocurrirá es uno de
los factores importantes, uno de los elementos más complicados y bellos es la
conexión y la improvisación con la gente de dentro y de fuera de la función.
Los actores –impecables los cuatro-  interactúan
con lo que se encuentran a su paso, creando situaciones cómicas, vibrantes y en
ocasiones incluso sorprendentemente afines al momento – en más de una ocasión nos
preguntaremos si lo que acabamos de presenciar estaba o no preparado-. Con una
producción minuciosa y una realización genialmente ejecutada, el resultado es
un espectáculo vivo, mágico y transmisor de una alegría muy necesaria. Una hora
y media para no parar de sonreír. Un auténtico momento estelar