Es una maravillosa excepcionalidad que una compañía búlgara, fundada el 2007 por la coreógrafa Adrien Hód, recale en Deltebre, a la orilla de la desembocadura del Ebro para presentar esta pieza recién estrenada: una crítica feroz a los modelos estructurados sobre los que hemos impuesto un determinado relato de la verdad. Hasta la danza contemporánea, sea ésta lo que signifique, debe ser cuestionada. Lo hacen en dos partes, desde una primera en la que se interrogan sobre el movimiento estandarizado y cuál animales fugaces en un territorio natural como el entorno en el que se celebra este Festival de formación y exhibición, exploran la libertad corporal y la capacidad expresiva de sus intérpretes. Una lección de anti-coreografía en toda regla. Para pasar, por fin, a una segunda sección más ordenada en la que, a la manera de un espejismo, como reza su título, señalan la capacidad del orden y la mesura, no otra cosa que el propio sentido del lenguaje dirigido, para crear un fraseo orgánico de alta intensidad. El paso de una fase a la otra, de la manera como se arrastra al espectador por esos dos estadios de lo posible, es lo más fascinante de una pieza que merece una gira completa.

Publicat a la Revista Susy-Q de Danza número 74