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CRÍTIQUES
Act1 1
Imma Fernández
PER: Imma Fernández

VALORACIÓ

8

ANAR A FiTXA DE L’OBRA ENLLAÇ EXTERN

Carmela aplaca la furia de Macbeth

Publicat el: 25 de febrer de 2023

CRÍTiCA: Macbeth. Jaume Plensa

Tras los entusiastas aplausos recibidos por el respetable, podemos afirmar que Jaume Plensa ha salido por la puerta grande del Liceu, por esas ‘Constel.lacions’ diseñadas por él mismo, en su debut como director escénico con un ‘Macbeth’ de enfoque simbolista y esteticista, con algún imponente toque escultórico. Arropó el estreno un elenco de lujo, con la espléndida Sondra Radvanovsky y Luca Salsi como pareja protagonista –apoyados con bravos a algunas de sus arias- y un muy solvente Erwitt Schrott como Banquo. Plensa ya había trabajado con éxito como escenógrafo y figurinista con La Fura dels Baus (‘La damnation de Faust’, ‘La flauta mágica’…) y ha sido su nueva faceta como ‘regista’ la que ha suscitado más controversias en parte del público, que confiaba en una más potente dramaturgia para dar contenido al preciosismo formal.

El artista catalán deja su impronta con elementos de su característico imaginario, empezando por la impactante creación, de ocho metros de altura, que asoma cuando se alza el telón: una figura de malla metálica con letras (que el espectador debe completar), con una escalera interior por la que Macbeth y Banquo ascienden a la atalaya, símbolo del anhelado trono, para asistir a su primer encuentro con las brujas. No hubo más sorpresas en el primer acto, tomando el escenario la excelente iluminación de Urs Schönebaum. Quería Plensa dejar espacio y protagonismo a los cantantes y a la música, y así lo hace. Esa apuesta por la austeridad tiene el inconveniente de remarcar el estatismo escénico, la escasa teatralidad y falta de intensidad dramática, que no casan con las sanguinarias maquinaciones del ambicioso matrimonio Macbeth.

El impacto visual se completa en los otros actos con tres imponentes rostros zen a lo ‘Carmela’ pero dorados, y ocho enormes cabezas de malla metálica, como la ‘Anna’ que se exhibió en el 2019 en la basílica de Montserrat, que penden etéreas sobrevolando el espacio –se podrían disimular más los cables- y resaltan impactantes sobre un fondo rojo. Frente a esa belleza plástica, resultó poco afortunado el despliegue de una enorme sábana con un interrogante impreso, el del incierto futuro. Las letras, marca de la poética de Plensa que enfatiza la trascendencia de la cultura, están omnipresentes en toda la pieza: en la construcción de las figuras, en frases como la reveladora ‘Sleep no more’ y en las telas del vestuario, que también firma el artista. Muy poco favorecedores son los rígidos y encorsetados patronajes de los atuendos de los cantantes, que impedían un movimiento fluido, a no ser que la intención fuera asemejarlos a figuras escultóricas. El cromatismo de blanco, rojo y negro que domina la producción resulta muy sugerente y elegante. Más discutible es que la más mala de la película, Lady Macbeth, luzca de luminoso blanco y reste siempre impoluta en un intento poco comprensible de sacarle algo de luz a uno de los personajes más crueles del bardo. Poco juego tuvieron los elementos fantasiosos, como el espectro de Banquo, que deambula de un extremo a otro del escenario. El juego lo dieron, animando la puesta en escena, las excelentes coreografías de Antonio Ruz a cargo de una veintena de bailarines, siendo especialmente brillante la  que abría el tercer acto.

El aclamado artista ha esculpido este ‘Macbeth’ con los ejes de su trabajo: la materia y el vacío, el cuerpo y el espíritu, transmitiendo esas sensaciones de pureza y calma que emanan de sus creaciones. Con su imaginario ha aplacado el fuego del mal, la furia de la que hablaba Shakespeare, sirviendo la tragedia sin que se vea derramar la sangre. La belleza vence a la maldad y el público liceísta, con sus calurosos aplausos, se ha rendido a ella. 

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