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6
El Liceo cierra su temporada con La Favorite
Publicat el: 10 de juliol de 2018
CRÍTiCA: La favorite
La temporada del Liceo acaba. Ha sido una temporada de
sorpresas como la espectacularidad musical y escénica de Demon o la belleza plástica del Tristan
und Isolde de la Fura. Será muy difícil olvidar el increíble Andrea Chenier que Radavanovsky, Álvarez y Kauffman nos trajeron, de la misma
manera que casi nunca recordaremos el remontaje de L’Elisir d’amore de este año. Comenzó con un lindo recordatorio del
placer de vivir típico de Rossini y se decidieron a terminar también con el bel
canto.
Sin embargo, es muy sorprendente que un teatro como el Liceo
se permita cerrar su temporada con una producción como ésta. Simplemente, está
muy lejos de la calidad que se espera de un teatro de su importancia, para
comenzar estéticamente. En la misma temporada en la que hemos podido ver montajes
de escenografías espectaculares y propuestas arriesgadas estéticamente como las
ya mencionadas, ver esta puesta en escena como final es decepcionante.
El error más visible recae en la dirección escénica y su
trazo: El coro estaba siempre muy mal utilizado, con formaciones escéncias que
se dejaron de usar hace cuarenta años. Los movimientos recordaban mucho la ópera estereotipada de la
que hemos huído hace mucho tiempo, donde el quehacer de los cantantes no se
relaciona ni con las emociones de los personajes ni con la lógica de las
relaciones que establecen entre ellos. Si a esto le agregamos una escenografía
más estorbosa que otra cosa, pasada y a penas iluminada, tenemos como
resultado un montaje que no establece ninguna relación espacio- tiempo verosímil,
cosa a la que tampoco ayuda un vestuario exagerado y con una estética
discordante. Es bastante incomprensible que el público no haya abucheado esta producción, cunado siempre es tan propenso a hacerlo.
Mejor estuvo la dirección musical y el trabajo del elenco en
sí mismo. Hay que destacar y muy claramente a la mezzosoprano Clémentine Margaine, cuya voz aterciopelada y
profunda hizo una muy buena interpretación del complicado papel protagónico. A su lado el tenor Micheal Spyres, como
siempre que lo escuchamos, deja una sensación agridulce, pues su fraseo y su
voz son realmente interesantes, pero la región más alta de su teistura no está
técnicamente resuelta y los agudos son opacos a pesar de la seguridad con la
que los emite. Pareciera que Miren Urbieta-Vega está lista para cantar papeles
de mucha mayor responsabilidad que Inés. Esta joven soprano tiene una voz
brillante y clara, que nos alegró mucho el inicio de la obra, que no es el caso
de Markus Werba, quien cumplió discretamente con el papel de Alphonse XI. Por
su parte el bajo Ante Jerkunica hizo un muy confiable
trabajo con el papel de Balthazar.
Muchos han sido los directores y diseñadores que han
demostrado que el bel canto es un género que permite lecturas muy interesantes
e innovadoras. Este montaje no es una muestra de ello. Nos vamos al verano soñando con los agudos de Puritanos.
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VALORACiÓ
8