Quim Girón y compañía presentaron esta pieza familiar en la programación de circo contemporáneo que el Mercat de les Flors organiza cada invierno, alejándose de cualquier tentación infantilizadora. Y en eso demuestran talento, junto con la impecable gravedad que caracteriza al protagonista de la pieza. Sus obras siempre se dirigen a personas con ganas de compartir universos tangenciales, que surgen de inquietudes mentales desordenadas – de ahí el título “… y las ideas vuelan” – y en dirección hacia una libre recepción. Aquí con detalles participativos. Un micrófono en el extremo de una larga vara que sirve como evocación funambulista. La percusión en el suelo con la que los más pequeños creen dirigir la iluminación, en complicidad de los otros integrantes de Animal Religion. La propuesta coreográfica final del espectáculo, que naturalmente la COVID-19 se encargó de reducir a su máxima expresión. Y lo más importante: una presencia austera, pero dulce con la que Girón hace equilibrios, simulando una rana. Sin otro sentido que un íntimo deseo de conectar, a través del lenguaje contemporáneo del movimiento, circo y danza, con un público que demuestra una vez más que sabe mucho, pese a su corta edad.

Crítica publicada a la Revista Susy-Q número 78