Jordi Savall es un director reconocido internacionalmente por su trabajo dentro de la ópera barroca. El por qué de ese reconocimiento lo podemos constatar en el cuidadoso trabajo de esta intepretación.

La obra es por demás interesante, no sólo porque haya sido rescatada a fines del siglo XX, cuando se había dejado de tocar por más de un siglo, sino porque el propio libreto tiene una vigencia temática sorprendente. Como es común en la ópera de este periodo, la violencia del libreto y de las emociones humanas que plantea esta historia, contrasta con la elegancia y belleza de las melodías del barroco italiano que tan bien representado está por Vivaldi.  Si tomamos en cuenta que la historia trata de un marido que ordena a su esposa matar a su hijo y después matarse a sí misma,, es sorprendente que las melodías que acaricien los oídos como los colores de las pinturas renacentistas. Es una obra que busca la armonía por encima de todo, incluso aunque esté hablando de las más bajas pasiones humanas con desesperación.

La fuerza de los personajes femeninos y la complejidad de sus arcos emotivos son los responsables principales de la vitalidad de esta obra.

Los intérpretes hicieron un hermoso trabajo de conjunto, del que destaco el trabajo de la contralto Sara Mingardo por su calidad de fraseo y respeto al estilo barroco de canto.

Muy recomendable comprar la grabación hecha por Savall de esta ópera, sobre todo recomiendo las dos arias de Selinda “Lascia di sospirar” y “Al vezzaggiar d’un volto”, además del aria de Fernace despidiéndose de su hijo.