Con un programa suammente interesante para un público tan amante de Richar Wagner como el del Liceo, se depidieron las galas operísticas del Liceo en esta temporada.

En principio esta gala tenía que haber sido cantada por Lise Davisen, pero, debido a su embarazo,  tuvo que ser sustituida por, una ya muy querida, Asmik Grigorian, quien está disfrutando de un merecido éxito con su trabajo en la Rusalka que también se presenta en estos días.

La primera parte del concierto, dedicada a los bellísimos Lieder de Richard Strauss, también incluyó el preludio  de amor y muerte de Isolda, de la famosa ópera wagneriana. Se debe decir con toda justicia que el trabajo de Grigorian fue muy bueno, con frases bien hechas, fuerza y una emisión redonda y aterciopelada que disfrutamos mucho. Quizá falta un poco de amplitud en el tamaño de la voz, sobre todo por lo denso de la orquestación tanto de Strauss como de Wagner, pero poco más se puede pedir en esta interpretación de unas obras tan queridas por todos los amantes del canto lírico. Su trabajo con la Isolda cumplió también con el dramatismo de la partitura y logró momentos realmente emocionantes.

En constrate la segunda parte del concierto, a cargo del barítono Matthias Goerne, no tuvo un final tan feliz. Una voz que no parece la mejor opción para interpretar unos personajes como Wotan o Marke y que es más para cantar lieder -como su larga carrera en ese ámbito ha demostrado- hizo que tanto el Lamento del Rey Marke de Tristan und Isolde como la despedida de Wotan de Die Walküre quedaran en mucha desventaja con la primera parte del concierto.

Lo más destacable es el trabajo de la orquesta bajo la batuta de Josep Pons, quien nos regaló una interpretación muy certera (a pesar de ciertas dudas de los metales) y sumamente emotiva.