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8
El bailaor en su futuro
Publicat el: 12 de desembre de 2015
CRÍTiCA: Bailografía
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el pasado. Como reservorio: depósito de experiencias sobre las que
hacer florecer nuevas creaciones. Este parece que sea el sentido del
pequeño montículo de tierra y una pala, junto a los que se presenta
Juan Carlos Lérida en esta pieza compendio de lo que hasta ahora es
su maestría bailada. Desde aquellos lejanos años 70 hasta las más
recientes producciones, con el concurso de un grupo de estudiantes
del Conservatori de Dansa del Institut del Teatre en las
representaciones de Barcelona. Pasado como fulgor, como estruendo que
da sonido de fondo a un creador que está firmando algunos de los
episodios fundamentales de ese flamenco que es muchas cosas más, tan
contemporáneo como lo es en “Bailografía” auto-citarse.
Podría
haber acabado atacado de nostalgia en una operación como ésta.
Cualquiera no. Con su sombra proyectada, como en el inicio del
espectáculo, mientras se recrea con unas castañuelas, o pide
acompañante para esa típica sevillana “A bailar, a bailar…”
Ahí está el secreto: nunca dejar de hacerlo. Y transitar universos
nuevos que muy lentamente van transformándose en originalidad, gesto
personal, hasta de ruptura. Porque es en los entresijos de la mixtura
de estilos en los que este artista ha sabido encontrar su posición.
Sin lamentos, consciente de lo que dejó atrás. Convencido de
futuro.
Para
los que no tuvieron oportunidad de ver las numerosas piezas de
referencia de las que muestra algunos fragmentos, el espectáculo
dibuja una línea muy clara: la evolución de un lenguaje, que lo
intenso es el camino transitado y no los anclajes en el tiempo. Para
los que han podido seguir esa trayectoria, se convierte en una
oportunidad única para situar la actual producción de Juan Carlos
Lérida en contexto. Aquella tierra bajo la que oculta cada elemento
significativo de la selección que ha hecho de su trabajo se encarga
de entrelazar el significado de la obra. A veces resulta reiterativo
para mantener una dramaturgia completa, pero como su baile, el gesto
y cada trozo de recuerdo danzado van de menor a mayor intensidad, se
acentúa todavía más la idea de bailaor instalado en este tiempo,
que es el nuestro. ¿Qué significa, sino, ser contemporáneo de
otro?
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