CRÍTIQUES

VALORACIÓ
7
Un cuento gamberro
Publicat el: 26 de desembre de 2017
CRÍTiCA: Alpenstock
Había una vez, en un pueblecito
de los montes del Tirol, una pareja tradicional que vivía siguiendo las
convenciones moderadas del nacionalismo conservador. Todos los días, Fritz se
armaba con su maleta de funcionario para sacar adelante a su patria y a su
familia, mientras Greta cumplía sus obligaciones de esposa entregada a la
limpieza y el hogar. La pareja vivía en plena armonía gracias a la comunión
cotidiana por la que cada miembro cumple con su deber y posición. Incluso
vestían, de puertas a fuera, una impoluta y sonriente máscara para enseñar al
mundo cuan perfecta era su vida. Sin embargo, un fatídico día la modélica
relación se vio truncada por aquella que la RAE aún define como miembro del
sexo débil. El objeto de la discordia no fue una manzana sino un detergente
comprado en el mercado cosmopolita, nido de culturas y diferencias raciales. Desde
aquél día nada volvió a ser lo mismo… O sí.
La compañía Obskené presenta con Alpenstock de Rémi de Vos una sátira extrema y absurda en la que machismo,
conservadurismo, nacionalismo y racismo quedan ampliamente ridiculizados. Pese
a su intención rompedora, lo cierto es que el espectáculo resulta poco mordaz
ya que no interpela al espectador: Tan solo le sitúa en una alejada y por ello
cómoda posición. Contrariamente a lo que se ha publicitado, no se trata de una
crítica a un determinado partido político sino a unos pensamientos tan
ampliamente exagerados que muy difícilmente van a ser compartidos o admitidos.
Vemos un guiñol, una parodia y unos personajes que por remotos no pueden
hacernos replantear nuestra forma de pensar o de actuar.
Ahora bien, pese a no llegar a ser
una obra especialmente perturbadora, sin duda es una propuesta cómica,
diferente y gamberra, con un gran trabajo en energía y puesta en escena. Ricard Soler dirige al equipo con movimientos
casi coreográficos – el movimiento asistido por Sarah Anglada se convierte en un personaje más – y un ritmo
dinámico que potencian el humor macabro y esperpéntico. Con el permiso de unos
notables Arman Villén y Enric
Cambray, destacaré el trabajo de Lara
Salvador, la única que está constantemente en escena. La entrega de la
actriz es absoluta en todo momento, ya sea acompañando los designios de Fritz con
una sonrisa de anuncio de dentífrico, desnudándose metafóricamente ante el
público o dejándose vencer por sus pasiones más ocultas.
Y por supuesto, hay que hablar de
la cuidada estética: El vestuario y la caracterización plastficadas de Eli Siles y Rut Fulgado viene compenetrado con una completa escenografía de Adrià Pinar y Víctor Peralta. El rosa chicle de toda la casa acompaña
divinamente los valores del mundo “Barbie” en el que viven los personajes. En
este sentido, la música y el espacio sonoro de Guillem Gefaell son también elementos fundamentales, con una
catarsis final especialmente divertida.
Con todo, Alpenstock es una propuesta arriesgada, llamativa y muy cachonda
que lleva al extremo caricaturesco la superficialidad. Un cuento para adultos,
de moraleja poco definida pero para nada inocente.
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