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La gata perduda y la comunidad en la ópera
Publicat el: 24 d'octubre de 2022
CRÍTiCA: La gata perduda
Hace algunas semanas pudimos disfrutar de un interesante proyecto de ópera comunitaria en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. La idea es hacer partícipes de la creación lírica a los barrios que rodean al teatro, específicamente al barrio del Raval, un antiquísimo asentamiento en Barcelona, cuyo origen se pierde en el siglo XV y que tiene varias décadas de ser considerado como una de las zonas más peligrosas de la ciudad de Barcelona. Por ello, el que el teatro del Liceu comience un proyecto de esta naturaleza es no solo muy importante sino necesario.
La ópera, a diferencia de lo que puede llegar a pensarse, debe ser accesible a todo aquel que quiera experimentarla, venga de donde venga. en este sentido debemos pensar que La gata perduda es un gran acierto. La puesta en escena y en general la conceptualización del montaje visualmente a cargo de Ricard Soler Mallol y Miquel Ángel Raió, fueron los grandes aciertos del montaje.
Donde surgen las dudas en este proyecto es su estructura operística, musical y dramatúrgicamente hablando. Muchísimo más cerca del teatro musical anglo sajón que de la ópera europea, este experimento pareciera conceder demasiado y exigir poco a sus espectadores, lo cual es peligroso en el proceso al que puede llegar.
Por supuesto se trata de mostrar lo mejor de las posibilidades dramático-musicales de la expresión operística, sin hacer de esto algo aburrido o repelente para las nuevas generaciones, pero me pregunto si la respuesta está en acercar las cosas a los musicales o no tendremos que buscar nuevas formas de contacto con nuestros espectadores más jóvenes o que tienen por primera vez la experiencia operística.
En cualquier caso, este tipo de montajes nos cuestiona muchas cosas y eso también es un gran valor agregado al proyecto.
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