Bajo este abstracto título se esconde una pieza que mezcla danza, música y voz de Tanzania. Inspirada en el poema de la autora mexicana Rosario Castellanos, la cultura popular tanzana se da la mano con saetas y movimientos flamencos. El resultado es una pieza muy plástica con una gran potencia en el momento en que la bailarina, Nshoma Nikawe sube al escenario y simplemente baila. El cuerpo y espíritu femenino se apodera del espacio y toma todo el protagonismo.

También resulta interesante presenciar su interacción con el público, tanto en una primera parte desconcertante como en la enigmática segunda tanda de acercamiento donde la tensión crece al igual que la participación de los presentes. La parte final, más sonora que visual, se alarga en exceso y empaña lo que unos minutos antes hubiera sido un estupendo broche.