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7
La exhibición que releva la reflexión
Publicat el: 1 de febrer de 2018
CRÍTiCA: Dramaburg
Carlos Perelló es el autor de Dramaburg, el tercer premio de la segunda edición del ciclo Desperta Lab organizado por la Sala Atrium y la Nau Ivanow. Después de un proceso de cuatro semanas de trabajo colectivo alrededor de la corrupción ideológica como producto de la espectacularidad, Guillem Geafell dirige un montaje complejo y lleno de filosofía, no apto para todos los públicos.
En la obra, observamos como la dialéctica poético-filosófica resulta contaminada por una estridente puesta en escena llena de gritos y provocación. Ese es precisamente el objetivo de denuncia del texto: ofrecer una muestra pos-apocalíptica de cómo la exhibición releva y confunde la reflexión.
Cuatro actores con un juego de luces y sonido pero sin apenas escenografía establecen una coreografía milimetrada de movimientos y posiciones. Xavier Torra, entre el miedo y el odio, se convierte en un sufridor periodista protagonista que se debate entre el camino que quiere seguir y el espacio al que la sociedad le arrastra. El resto de personajes le llevarán hasta el mismo pozo sin fondo al que se dirigen.
En este montaje, Georgina Latre nos muestra su cara más sensual y descarada, alejándose así del papel de niña buena al que nos tiene más acostumbrados. También Laia Alberch resulta muy convincente como miembro de la sociedad más glamurosa, aunque tiene su momento estelar en un discurso agónico y repetitivo como portera del edificio. Completa el trío de éxito desmesurado Rafa Delacroix, quien adquiere el rol de presentador retumbante de este inquietante circo.
Otro elemento digno de mención es el vestuario creado por Margherita Mantovani. Las prendas elásticas y ceñidas y la caracterización chillona de los personajes son una parte fundamental de la sorpresa y la turbación que desprende el montaje.
Todo ello se pone al servicio del objetivo último: Hacer que el público salga igual de turbado que el protagonista, absorbido por un mundo superficial y sobre estimulado. En definitiva, el montaje es una removida de consciencia que nos saca de nuestra zona de confort con un mosaico de imágenes y discursos abstractos y sobrecargados. Un dibujo incómodo de la sociedad y una versión oscura y agobiante del futuro que le espera.
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