CRÍTIQUES

VALORACIÓ
8
MERCENARIOS DE ILUSIONES
Publicat el: 9 d'octubre de 2016
CRÍTiCA: 4 i 5
La temporada del
Mercat de les Flors arrancó, la noche del viernes, con el perturbador,
hermoso y reiterativo baile de la
compañía china de danza contemporánea, Tao Dance Teater, que visitaba por
primera vez nuestra ciudad. La expectación era máxima y la sala MAC del Mercat
se llenó hasta la bandera de un público que aplaudió la sabiduría e impecable
técnica que emanaban los cuerpos de los bailarines de esta excelente compañía.
Esta formación presentó
dos coreografías de su fundador y director desde 2008, Tao Ye, ambas tienen como título un número ya
que Tao afirma que no hay palabras para definir la danza. En es un escena
totalmente desnuda con el suelo blanco
empezó el baile de la primera, titulada 4.
Rebeldía, sumisión, orgullo y docilidad se entroncan en un magnífico baile
desnudo, minimalista y ancestral. Los cuerpos de los bailarines rezuman
filosofía milenaria y vanguardista a la vez. Su gesto marcial y amenazante en ocasiones, se quiebra y se
convierte en dúctil, según el ritmo de la magnífica música del compositor
chino de folck y rock, Xiao He, una de las mejores bazas del
espectáculo. Sus melodías, la percusión y la cromática de su música cincelan los
cuerpos de los bailarines en una comunión perfecta. Hay fragmentos de la música
que abusan intencionadamente de la reiteración al igual que las frases
coreográficas, ya que para Tao la reiteración es un ritual cotidiano del cuerpo
humano. Son fragmentos que resultan irritantes y atractivos a la vez. Otro
acierto de esta coreografía es el acertado vestuario de Lin Min y del propio Tao. Los cuatro
bailarines llevan unas amplias faldas pantalón negras que dan mucho juego visual
y en sus cabezas lucen una especie de casquete militar. El antifaz que cubre
sus rostros no permite conocer el sexo de estos mercenarios emocionales.
La segunda
coreografía, 5, es muy diferente de la primera. Aquí sus cinco
intérpretes están en el suelo que no abandonaran en ningún momento de la
coreografía. Sus cuerpos forman una masa
humana, lentamente, acompañados de nuevo por la excelente música de Xiao He, se
van moviendo sinuosamente creando una
escultura, un reptil o una pieza
mecánica, según la imaginación del espectador. Esta masa humana no deja de girar por el todo el escenario
mientras los piernas, los brazos y los torsos de los bailarines se entrelazan unos con los otros con una precisión
matemática pero también con una sugestiva indolencia que transmite a espectador
una armonía milenaria.
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VALORACiÓ
7